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Roberto Cueva del Río fue un destacado muralista, pintor de acuarela y caricaturista, que desarrolló una obra relevante en Michoacán. Durante su carrera, de más de 60 años, pintó murales en Guerrero, Morelos, Hidalgo, Chihuahua y Estado de México, así como en Estados Unidos; es autor de la pintura que decora los muros de la Embajada de México en Washington. A pesar de la importancia de algunas de sus realizaciones, ha recibido insuficiente atención por parte de historiadores del arte.

 

HISTORIA Y PAISAJE DE MICHOACÁN, EL MURAL DE LA QUINTA ERÉNDIRA

 

El origen de este mural se vincula con la historia de la casa de campo de Lázaro Cárdenas del Río en Pátzcuaro, la Quinta Eréndira. Su construcción data de 1927, según la placa colocada en su fachada. En ese primer momento se trataba de una construcción moderna, según se constata en una fotografía de la época. Hacia 1936 la Quinta Eréndira se renovó con la participación de Alberto Le Duc, con la intención de adecuarla para la vida familiar, así como de darle un aspecto típico acorde al proyecto cultural del general. En esta renovación se contrató a Cueva del Río, primero para que realizara una réplica del mural de Fermín Revueltas que se encontraba en la casa en tablas de madera, y después, entre 1938 y 1943, para desarrollar Historia y paisaje de Michoacán en el comedor.

El mural alude a la historia de Michoacán. Se elaboró en un recinto de planta rectangular que presentaba dificultades por el gran número de vanos, algunos
con cierre en arco. Los paneles se ubicaron principalmente en la parte superior de los muros, sobre los arcos, en un ejercicio de adaptación de la composición a las características de la superficie. Los aproximadamente 39m2 de pintura se ejecutaron con óleo sobre aplanado y es prácticamente monocromático; se
trabajó así para que pareciera un pergamino pegado al muro, pues simula roturas, decoloraciones y bordes levantados, e inclusive remaches de hierro que
aparentan fijarlo.

En el muro oriente se encuentran tres tableros. En el primero Tariácuri divide el reino tarasco y establece tres capitales (Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Coyuca-Ihuatzio). Aparecen sus herederos hincados, mientras se les coloca un tocado. El grupo está flanqueado por guerreros indígenas, así como por mujeres cargando bateas de frutas y flores. En el suelo aparece una canasta de pescado blanco frente a una mujer sentada. En la distancia se observa el lago y un poblado, con una yácata con su templo y casas, teniendo como trasfondo los cerros. En esta parte se lee: “El Rey Tariácuri que tuvo más vastos dominios que sus antecesores los dividió en los reynos de Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Coyuca dándolos a su hijo Hiquingari y a sus sobrinos Hirepan y Tangahxuan”.

El último panel del muro oriente ilustra el encuentro entre el último gobernante indígena, Tangahxuan II, y Cristobal de Olid, quienes aparecen al centro de la composición extendiéndose las manos en gesto de saludo. Del lado izquierdo, la comitiva de españoles y a la derecha de purépechas, en quienes destaca el color de su piel en la composición monocromática. Este panel lleva la leyenda: “Encuentro de Tangahxuan II, último Rey de Michoacán con el conquistador
Cristobal de Olid en las cercanías de Pátzcuaro en el año de 1523”.

Al centro del muro oriente, con una posición jerárquica, se representa la leyenda de Eréndira quien, ante la muerte de su padre, Timas, a manos de los conquistadores, huye en un caballo que logró quitar a sus agresores. Este tablero es de gran dinamismo, con la figura de Eréndira, montada sobre un caballo blanco, como elemento central. A la izquierda un grupo de indígenas se defiende con flechas; a la derecha, en tonos oscuros, aparecen los españoles montados en caballos también oscuros cargando escopetas. Timas yace en la parte inferior. El paisaje es árido, con nopales y agaves, y al fondo se aprecia el lago, así como yácatas con sus cúes o templos donde se mantiene el fuego sagrado.

Sobre el muro sur se representa la ejecución de Tangahxuan II, cuya figura aparece al centro de la composición, flanqueado por españoles y amarrado de
manos al lado de una fogata; a la derecha aparece una fila de indígenas con aspecto triste. De nuevo el único elemento de color en el panel es la piel de
los nativos.

Los últimos dos tableros son verticales y se encuentran sobre el muro poniente. El primero retrata a Vasco de Quiroga, quien reúne “a los purépechas que vivían errantes”. Don Vasco se erige como figura central, con el lago y las montañas de trasfondo señalando a los indígenas que bajan del cerro en una larga fila hacia su nuevo lugar de asentamiento. El último tablero representa a José María Morelos en la Guerra de Independencia. Este personaje ocupa la parte central del tablero, vestido de negro y con su característico pañuelo en la cabeza. Está rodeado de hombres, mujeres y niños. Al frente un niño toca el tambor; a la izquierda está una mujer con un niño en brazos y a la derecha un hombre.

 

El mural de Cueva del Río de la Quinta Eréndira es una codificación de la historia de Michoacán contemporánea a la obra de Juan O’Gorman en la
Biblioteca Gertrudis Bocanegra. Ambas obras dan realce a las figuras de Eréndira y de Vasco de Quiroga.

* Extracto del artículo titulado “Roberto Cueva del Río en Michoacán. Arquitectura, pintura mural y la génesis de una iconografía regional”, en Eugenio Mercado López (coord.), Murales y arquitectura en Michoacán, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2018, pp. 133-172.

** Profesora-investigadora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, especialista en arquitectura cardenista.