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El programa de educación fundamental, implementado en el CREFAL al momento de su creación en 1950, se orientó a la atención de cinco aspectos
vitales: salud, recreación, hogar, economía y conocimientos básicos. Preparó a los maestros latinoamericanos en estas acciones, en el aula, en el campo y en el
taller. Lucas Ortiz Benítez, primer director del centro, al referirse a la educación fundamental, durante una entrevista de Daniel Behrman en 1951, ilustra con
claridad el sentido que en el CREFAL se le dio a este programa; habla de cuatro reglas básicas: “Primera, cada individuo ha de proteger la salud; segunda, debe sacar partido de los recursos naturales locales; tercera, debe llevar una vida digna, tanto desde el punto de vista espiritual como material, y cuarta, tiene derecho a descanso y entretenimiento y ha de poder gozar de ellos. —¿Y qué hace usted respecto a la lucha contra el analfabetismo?, le pregunté. ¿Dónde se incluye en su programa? El Sr. Ortiz sonrió. —Se nos hace con frecuencia esa pregunta y le responderé a usted simplemente: es inútil enseñar a un hombre a leer y/o a escribir si no se le puede convencer de que de ese modo resolverá con más facilidad sus problemas cotidianos. Nosotros le enseñamos a leer al mismo tiempo que le enseñamos los elementos de higiene o de agricultura, pero nunca por separado”. (Correo de la Unesco, vol. IV, núm. 6, 1951).

La formación de maestros de América Latina y la producción de materiales para la educación fundamental son los dos grandes objetivos del programa con el
que se creó el CREFAL. En este espacio nos enfocaremos al segundo, a la producción de materiales en el área que se llamaba Rama de Producción de
Material Educativo, aunque no se puede dejar de mencionar el primero porque esta rama siempre caminó a la par de las acciones de formación de los maestros becarios de América Latina, los maestros locales y la gente de las poblaciones donde se realizaron actividades de educación fundamental.

Esta gran área estuvo a cargo del escritor y periodista puertorriqueño Enrique Laguerre. Incluía la redacción, edición e impresión de manuales para recién
alfabetizados; la redacción de los informes oficiales de la institución y su traducción al inglés y francés; la producción de programas radiofónicos con los
alumnos, así como la producción fotográfica y cinematográfica. Para la realización de estas tareas se instalaron en la Quinta Eréndira talleres, laboratorios y estudios de grabación.

También incluía una biblioteca especializada en educación fundamental que se instaló en lo que ahora es la Sala de Banderas; era la encargada de dar servicios de información a los alumnos y maestros; de formar bibliotecas comunales con los alumnos, maestros y pobladores; además de realizar traducciones, redactar informes oficiales y editar las publicaciones.

En la biblioteca actual se conserva la memoria escrita, gráfica y audiovisual de gran parte de lo producido en esta rama de producción: cine documental en 157 carretes de 16 y 35 mm; libretos de obras de teatro y títeres; placas de grabado (clisés de metal y linóleo) y los libros, cartillas y carteles donde se utilizaron; un archivo con más de 25 mil fotografías; diavistas, filminas, carretes de cintas magnéticas de audios, grabaciones de programas de radio y, por supuesto, toda la producción editorial del centro, desde 1951 a la fecha, que atravesó por diversos sistemas de impresión, desde el clisé de cola, el grabado, la serigrafía, la impresión con tipos móviles de madera o metal, la linotipia, hasta la composer, el offset y la impresión digital.

Para conocer más sobre esta producción de materiales, da clic aquí  para ver el documento completo o en los hipervínculos marcados en el texto.